Con esta curiosa descripción: «El imitador de voces es un Bernhard para principiantes», acuñada por Harald Hartung, nos sitúa en su prólogo Miguel Sáenz, traductor de cabecera y biógrafo del autor austriaco, ante la lectura de esta antología de pequeños desvaríos que traigo al blog.
Comoquiera que Thomas Bernhard era uno de los autores recomendados por el amigo del que hablé en un post anterior, al leer aquella afirmación me sentí doblemente impelido a leer este libro. «El imitador de voces» era ideal para mí como principiante en el marasmo de subordinadas infinitas que propone el genio austriaco.

El libro es un compendio de breves relatos que nunca llegan a las tres páginas y que en ocasiones se quedan en escasas líneas. Esto no es impedimento para encontrar historias redondas y profundas.
Son pequeños cuentos que destilan un humor fino, en ocasiones, producto de situaciones absurdas y tan enrevesadas como la misma construcción de los relatos. La muerte, los crímenes y el suicidio son ingredientes con los que Bernhard va desgranando la condición humana desde un punto de vista sarcástico y mordaz.

Como primera aproximación a Thomas Bernhard me ha parecido un entretenimiento lleno de lucidez y claridad en la exposición, narrando los sucesos sin morbo, con la sencillez de un buen cronista.
Sin duda, seguiré la recomendación de mi amigo y buscaré algunas novelas de este prolífico escritor austriaco que en sus 58 años (1931-1989) de vida escribió 19 novelas y 17 obras de teatro, amén de otros escritos breves y autobiográficos, seguro que merece la pena.