Adrián Massanet
Como primera firma invitada a este blog, es un honor para mí presentar a Adrián Massanet. Adrián se define a sí mismo como escritor independiente, crítico y narratólogo. Yo lo conocí por nuestra adictiva red social Twitter; después conocí su podcast Viajeros de la noche, en el que trata junto a Carlos J. Eguren y Sr Púrpura el cine, la literatura y los videojuegos desde un punto de vista analítico muy interesante.
Sin más dilación, os dejo con su artículo.

La aventura como relato filosófico
Una de las primeras novelas que recuerdo haber leído fue ‘La isla del tesoro’, de Robert Louis Stevenson. La leí por primera vez puede que con siete u ocho años. No solamente me entretuvo, con sus momentos terroríficos –la aparición del segundo pirata con su «marca negra», la figura imponente de Long John Silver–, sus momentos fascinantes, su trepidante acción, su insuperable suspense narrativo, sino que había algo más que en aquel momento no podía definir. La leí tantas veces que incluso hice múltiples dibujos de los personajes protagonistas y creo que soñé no pocas noches con ellos, con que yo mismo era el joven Jim Hawkins, atribulado, angustiado por una extraña lealtad al terrible pirata que me llevaba a mi perdición.
Ahora, varias décadas más tarde, quizá sea capaz de discernir el porqué de la fascinación de los relatos de aventuras o de supervivencia, y la enorme capacidad de la ficción, de su gigantesco poder y necesidad para algunos, puede que muchos, porque en esto no estoy solo en este mundo. Digo quizá, porque puede que no lo tenga tan claro y que esa sea la razón por la que una y otra vez regreso a ese tipo de relatos y me pregunto, siempre que tengo ocasión, el porqué de tantas historias y de tantas ficciones en el mundo. ¿Están aquí solamente para entretenernos, como lo haría el bufón de la corte con el rey de turno? ¿O tienen algo más, pueden aportarnos algo más, ese algo más que ya hace como treinta y cinco años me preguntaba yo qué diablos sería? Porque sobre la ficción se han escrito miles de libros, se han publicado miles de ensayos y se han dado miles de conferencias, pero puede que aún no hayamos dado con la clave… y que esa sea precisamente la clave…
Que si una experiencia vicaria, que si una catarsis de emociones no purgadas, que si una necesidad inconsciente de vivir otras vidas, o por lo menos una vida más completa, más satisfactoria que la nuestra, que si es una ventana al mundo… y unas cuantas ideas más, que al final suenan a lugar común, a reducción a un simple psicologismo del enorme poder de la ficción, de su pervivencia en la sociedad a través de los siglos. No creo poseer la perspicacia como para proponer una idea completamente nueva al respecto, por lo menos en lo concerniente a la literatura en su globalidad, pero sí quizá en lo relativo a las ficciones llamadas de aventuras y que yo llamo de supervivencia. Y creo que la cosa se acerca a esa percepción de libertad absoluta y al mismo tiempo de preparación para la muerte de la que ha hablado algún sabio.
Las historias de supervivencia, más quizá que ninguna otra, son las más físicas y al mismo tiempo las más filosóficas. Porque solamente en el filo de la muerte uno puede plantearse ciertas cosas y establecer una idea más certera de la vida. Del mismo modo que una luciérnaga brilla más en la oscuridad y convierte esa oscuridad en algo visible, una ficción de supervivencia te hace mucho más consciente de tu mortalidad y te obliga a plantearte cuestiones que en cualquier otro tipo de ficción están vedadas. Vives una experiencia al límite, si está bien construida, y estás a salvo en tu casa, leyendo. Pero una parte de ti quisiera quedarse en esa ficción, sospechando que puede convertirse en una realidad material. Es un entrenamiento psicológico y anímico de lo que está por venir. Es proponerte una versión de ti mismo que sabes que no tendrás que utilizar salvo en caso de emergencia, pero por el momento toca revisar en qué estado se halla.
Y algo más… Significa replantearte si esta existencia «normal», «habitual» que es la tuya es una existencia verdadera, satisfactoria para ti. Obviamente no estamos a todas horas manipulados y zarandeados como un Jim Hawkins por Long John Silver. No tenemos que jugarnos todo cada cinco minutos. No estamos exhaustos ni desesperados. Pero el enorme poder de la ficción nos hace preguntarnos si desearíamos estarlo. Si esta es la vida que queremos o si las que buscamos en el espejo infranqueable de la ficción es aquella a la que pertenece una parte de nuestra psique. Y si así es… ¿por qué lo es? No es que seamos adictos a la ficción que nos propone la literatura, es que ella es la que da sentido a una vida creativa, la verdadera, que pugna por salir.
Por suerte ese espejo es realmente infranqueable. Las realidades no operativas es mejor que se queden ahí, al otro lado. En caso contrario nos volveríamos locos. En otras palabras: dejaríamos de ser nosotros mismos y aquello que anhelamos.
Me encantó este artículo, felicidades a ambos, a Enrique por haber dado con Adrián y a éste por haber aceptado compartir por acá un pedacito de si. La ficción es algo maravilloso, me encanta leerla y escribirla, aunque no siempre salga a la luz, pero es eso que dice Adrián, va más allá de lo que somos, de lo que pensamos, de lo que imaginamos y nos lleva a vivir algo diferente que podría ser, o no ser, pero que en el libro y en la imaginación es real.
Muchas gracias por tus palabras, Manuela. La ficción quizás sea lo más real que nos queda.