Hay personajes memorables en la historia del cine, personajes de todo tipo. Desde Tyler Durden hasta Hannibal Lecter pasando por Vito Corleone o Indiana Jones. Todos ellos reconocibles y absolutamente recordados por todos, personajes que forman parte ya de la imaginería colectiva de esta religión que es el cine. También, por supuesto, hay sitio para los personajes femeninos: Clarice Starling, Holly Golightly, Sarah Connor o la increíble Sally Bowles.
Todos ellos (y ellas) son personajes que han dejado su impronta en todo el público. Personajes muy dispares todos ellos y con multitud de matices que los hacen realmente atractivos. Para eso hay que reconocer que, con la excusa del género negro, Hollywood sabe hacer su trabajo.
Pero hoy quiero detenerme en un personaje femenino que destaca, en mi opinión, sobre todas las demás. Y más que en el personaje en cuestión, del que existen análisis más profundos que el que yo pueda hacer, quiero centrarme en cómo presenta Charles Vidor al personaje que interpreta Rita Hayworth en Gilda.
Como podemos entender por el título de la película, el peso del personaje en el film es más que importante. Sin duda es el vértice más importante de ese triángulo que completan Ballin Mundson (George Macready) y Johnny Farrell (Glenn Ford). Pues para mí, sin duda, esta es una de las presentaciones más brillantes e icónicas que se puedan ver en el cine.
Para entrar en situación, aquí podemos verla:
Para empezar, ya escuchamos la voz de Gilda que anuncia su aparición. Aquí entendemos que el bueno de Johnny Farrell ya sabe lo que está por venir porque conoce esa voz, pero nosotros no. Entonces, respondiendo al cortés «Are you decent?» (¿Estás decente?, que se tradujo en la versión en España como ¿Estás visible?.Es importante el idioma para el juego de palabras) de su marido, que está encantado de mostrar su tesoro a su nuevo empleado de confianza, vemos esa aparición difícil de olvidar.
El primer detalle es el marco que aparece al fondo, desenfocado, con una foto del marido. Ella, con su aparición, eclipsa esta imagen, restándole importancia, haciéndolo desaparecer. De un plumazo, con un movimiento de melena sensual irrumpe en la escena, con los hombros desnudos. Entonces, sonríe y contesta «Me?», con un tono ingenuo y juguetón, encantada de saber que la están buscando. Después, el montaje nos muestra a Johnny Farrell confirmando lo que sus oídos ya le anticiparon. Volvemos al primer plano de Gilda y observamos que la sonrisa se desvanece y se cubre el hombro en un gesto que denota la incomodidad del momento. Entonces ella completa el juego de palabras haciendo uso de una lengua afilada —que durante toda la película se hace patente— diciendo «Sure, I´m decent» (Claro, SOY decente. Traducido en España con un anodino «pues claro que sí»).
La escena no termina ahí, continúa con un diálogo en dos planos (el escondido y el visible), que también es digno de los mejores guionistas. Aquí entramos en otro misterio de la película, ya que en los créditos aparecen Mario Parsonnet y E.A. Ellington, pero el guión se le atribuye a Ben Hecht, al que apodaban el Shakespeare de Hollywood. Un auténtico personaje digno de una de sus películas, sin duda (en este artículo de Zendalibros ahondan un poco en su figura como periodista) pero supongo que ese es otro tema.
