El guardián de los pseudónimos

El cielo ya estaba encerrado en sí mismo cuando salí de la estación de Atocha, pero no empezó a descargar hasta que yo entraba por la Puerta del Ángel Caído del madrileño parque de el Retiro. Las pequeñas gotas empezaron a manchar mi abrigo, justo mientras escuchaba un mensaje de…

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